martes, 25 de febrero de 2014

Reflexion Dominical

¡Las cosas son felices! Yo sostengo que las cosas son felices en la medida que se usan para lo que fueron hechas. “Te quiero tanto como a mis zapatos viejos”, decimos al dejar los nuevos. Las cosas son felices en nosotros, en la medida en que somos la conciencia de la naturaleza. Hace un tiempo en una tumba egipcia se encontraron unas semillas de trigo en una cazuelita de barro. Estaban intactas, no habían sido sembradas. Al hacerlo, inmediatamente salieron las espigas: esas semillas hasta entonces, después de muchos siglos, se realizaron, fueron felices.

El hombre es la conciencia  amorosa de las cosas. Las utilizamos para lo que son o las tomamos para la destrucción. Depende de nosotros. El evangelio de hoy es como un espejo. Dice Jesús: “Amen a sus enemigos, busquen el bien de quienes los odian, rueguen por los que los persiguen, sean hijos del Padre celestial que hace salir el sol sobre buenos y malos… sean perfectos como el Padre celestial es perfecto”.

Así, como imagen de Dios, como impronta de su ser, como espejo sencillo, reflejamos al Padre. ¿De qué le serviría a un espejo tener un marco de oro y diamantes, de piedras preciosas, y engarzado en madera fina, si nadie se refleja en él? Estoy seguro que protestaría: “quítenme todo esto, pero que alguien se refleje en mí”.

O, más bien, el espejo en el que nos podemos ver nosotros es el mismo Dios Padre. Nos ponemos frente a él y descubrimos todo lo que nos falta para ser su imagen. Ya San Ignacio de Antioquía reflexionaba: “Cuando los paganos escuchan el evangelio quedan asombrados por palabras tan sublimes, pero cuando ven la conducta y comportamiento de los cristianos y de las comunidades y se dan cuenta que no solamente no se aman, sino que se critican y odian, hacemos que el nombre de Dios sea blasfemado”. Y San Juan escribió: “¿Cómo dices que amas a Dios a quien no ves y no amas a tu hermano a quien ves?

Este evangelio nos da la verdadera dimensión del mensaje de Jesús, su verdadera novedad: “si sólo aman a los que los aman ¿qué hacen de extraordinario? Sean perfectamente misericordiosos como el Padre. Como lo vivió Jesús aunque le costó dar la vida.

“Los cielos proclaman la gloria de Dios”. Las cosas son felices en la medida que realizan aquello para lo que fueron hechas. El hombre, conciencia de las cosas, es feliz si al mirarse en el espejo del Padre descubre su verdadera fisonomía.

San Palo afirma: ¿no saben ustedes que son el templo de Dios? Y más adelante: “… todo es de ustedes, ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios”. Cuando nos identificamos o transformamos en Jesús, entonces podemos reflejar la verdadera imagen del Padre.


Me atrevo a proponer ampliar el conocimiento, estudio y amor por “la historia de la salvación” y adentrarnos más en “la historia desde la creación”, hecha con sabiduría y amor.

P. Sergio García Guerrero, MSpS.

sábado, 1 de febrero de 2014

blog de Musica catolica

Despues de siglos de no publicar algo en el sitio, les compartimos este blog que buscando en la red nos parece interesante.


en el cual podran encontrar muchos discos para ampliar en gran medida su repertorio.