jueves, 30 de agosto de 2012


21 domingo del tiempo ordinario. 26 de agosto de 2012

Estoy convencido de que el evangelio es buena noticia. Sin embargo, tiene, el domingo de hoy, una de las palabras más tristes y de las realidades más dolorosas de que tenga conocimiento: “Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él”. Es, de verdad, triste tomar una decisión así. Y se trata de algo ciertamente sucedido a Jesús y acontecido hoy.

La decepción, la incomprensión, el propio criterio personal como norma de todo, son algunas de las razones por las que uno se echa atrás y ya no quiere andar con Jesús. Y es que, ser de Jesús, andar con Jesús, vivir con Jesús nuestra historia de debilidades y miserias, de alegrías y tristezas, de luchas y logros, en una palabra, toda nuestra historia, es lo mejor que nos puede pasar en la vida. ¡Sí! ¡Vivir con Jesús, es realmente vivir!

Lo que nos ofrece Jesús, con todo su amor y como lo mejor que puede ofrecernos, es a sí mismo en el pan y el vino consagrados en la Eucaristía. Y es como si nos dijera: no te pido que me comprendas, sólo te pido que me aceptes.

La fe es el camino de la comprensión y no la comprensión el camino de la fe. Se trata de creer para comprender y no comprender para creer. La fe es una aceptación cordial, incondicional, total y definitiva de Jesús. La fe es un regalo y una tarea, la fe es el punto de partida y el amor es la única expresión válida de esta fe.

El Papa Benedicto XVI nos ha pedido vivir en la Iglesia “el año de la fe”. Será desde el 11 de octubre de este año hasta el 28 de noviembre del próximo año. ¿Por qué esta celebración? ¿Con qué motivo? Se trata de recordar el Concilio Vaticano II y reconocerlo como el gran paso del Espíritu Santo por nuestra historia. Serán 50 años de haber terminado el  Concilio. También, 20 años de haber aparecido el Catecismo de la Iglesia Católica.

Me gustaría que este año de la fe fuera, sobre todo, el gran año del Kerigma. Kerigma significa grito, anuncio de la buena nueva de la salvación en Jesús. Kerigma es el punto de partida adecuado de todo el proyecto de vida cristiana. Además es el eje conductor de esa vida en la que se experimenta la salvación, el Señorío de Jesús y el don del Espíritu Santo.

¡Lo será, sin duda! Cuando las estructuras se resquebrajan es necesario volver a los cimientos. Y las estructuras de nuestra sociedad se resquebrajan por la pérdida de valores, por el relativismo e indiferencia que vivimos en nuestra relación con Dios y, por lo mismo, por nuestra inadecuada relación con la humanidad.

¡Qué tristeza da ver la vuelta a las supersticiones!poner el tener por encima del ser; a la aceptación de criterios que indican una mentalidad totalmente distinta de la fe. He visto miles de celulares y  de ipad por encima del conocimiento y amor a la Palabra de Dios, de participación en la Eucaristía, de coherencia con el bautismo y el propio estado de vida.
Y no hablo de increyentes, hablo de discípulos de Jesús que se han echado para atrás, porque es muy duro el lenguaje de Jesús.

“La respuesta de muchos discípulos al discurso del pan de vida, como la de los judíos del desierto, fue la murmuración y la protesta. La respuesta del discípulo ideal está puesta aquí en labios de Pedro, que ve en Jesús el pan y la palabra de vida eterna. Juan enmarca la respuesta de fe de Pedro con dos alusiones a Judas, el traidor. De algún modo, la traición de Judas se prepara desde este punto, cuando se niega a creer en Jesús y a aceptar la eucaristía”. Alonso Shökel

No me quiero quedar con la tristeza que produce el relato de Juan: “Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él”. Hay otras palabras que son un poema de fe, confianza, gozo grande y creciente. A la pregunta de Jesús a sus discípulos: “¿Ustedes también quieren marcharse? Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios”.

Quiero invitarte a hacer tuyas estas palabras: “Señor Jesús, ¿a quién iré? Sólo tú tienes palabras de vida”. Desde hace muchos años ha sido mi lema, mi respuesta a todas las circunstancias de mi vida. Y quiero que lo siga siendo, pero no yo sólo, por eso te comparto esta experiencia y te hago esta invitación. La fortaleza, la alegría, la paz, el amor son los frutos de esta fe proclamada y de este amor vivido.
  
P. Sergio García Guerrero, MSpS.