21 domingo del
tiempo ordinario. 26 de agosto de 2012
Estoy convencido de
que el evangelio es buena noticia. Sin embargo, tiene, el domingo de hoy, una
de las palabras más tristes y de las realidades más dolorosas de que tenga conocimiento:
“Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían
andar con él”. Es, de verdad, triste tomar una decisión así. Y se trata de algo
ciertamente sucedido a Jesús y acontecido hoy.
La decepción, la
incomprensión, el propio criterio personal como norma de todo, son algunas de
las razones por las que uno se echa atrás y ya no quiere andar con Jesús. Y es
que, ser de Jesús, andar con Jesús, vivir con Jesús nuestra historia de
debilidades y miserias, de alegrías y tristezas, de luchas y logros, en una
palabra, toda nuestra historia, es lo mejor que nos puede pasar en la vida. ¡Sí!
¡Vivir con Jesús, es realmente vivir!
Lo que nos ofrece
Jesús, con todo su amor y como lo mejor que puede ofrecernos, es a sí mismo en
el pan y el vino consagrados en la Eucaristía. Y es como si nos dijera: no te
pido que me comprendas, sólo te pido que me aceptes.
La fe es el camino
de la comprensión y no la comprensión el camino de la fe. Se trata de creer
para comprender y no comprender para creer. La fe es una aceptación cordial,
incondicional, total y definitiva de Jesús. La fe es un regalo y una tarea, la
fe es el punto de partida y el amor es la única expresión válida de esta fe.
El Papa Benedicto
XVI nos ha pedido vivir en la Iglesia “el año de la fe”. Será desde el 11 de
octubre de este año hasta el 28 de noviembre del próximo año. ¿Por qué esta
celebración? ¿Con qué motivo? Se trata de recordar el Concilio Vaticano II y
reconocerlo como el gran paso del Espíritu Santo por nuestra historia. Serán 50
años de haber terminado el Concilio.
También, 20 años de haber aparecido el Catecismo de la Iglesia Católica.
Me gustaría que
este año de la fe fuera, sobre todo, el gran año del Kerigma. Kerigma significa
grito, anuncio de la buena nueva de la salvación en Jesús. Kerigma es el punto
de partida adecuado de todo el proyecto de vida cristiana. Además es el eje
conductor de esa vida en la que se experimenta la salvación, el Señorío de
Jesús y el don del Espíritu Santo.
¡Lo será, sin duda!
Cuando las estructuras se resquebrajan es necesario volver a los cimientos. Y
las estructuras de nuestra sociedad se resquebrajan por la pérdida de valores,
por el relativismo e indiferencia que vivimos en nuestra relación con Dios y,
por lo mismo, por nuestra inadecuada relación con la humanidad.
¡Qué tristeza da
ver la vuelta a las supersticiones!poner el tener por encima del ser; a la
aceptación de criterios que indican una mentalidad totalmente distinta de la
fe. He visto miles de celulares y de
ipad por encima del conocimiento y amor a la Palabra de Dios, de participación
en la Eucaristía, de coherencia con el bautismo y el propio estado de vida.
Y no hablo de
increyentes, hablo de discípulos de Jesús que se han echado para atrás, porque
es muy duro el lenguaje de Jesús.
“La respuesta de muchos discípulos al discurso del pan de vida, como
la de los judíos del desierto, fue la murmuración y la protesta. La respuesta
del discípulo ideal está puesta aquí en labios de Pedro, que ve en Jesús el pan
y la palabra de vida eterna. Juan enmarca la respuesta de fe de Pedro con dos
alusiones a Judas, el traidor. De algún modo, la traición de Judas se prepara
desde este punto, cuando se niega a creer en Jesús y a aceptar la eucaristía”.
Alonso Shökel
No me quiero quedar con la tristeza que produce el relato de Juan: “Desde entonces,
muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él”.
Hay otras palabras que son un poema de fe, confianza, gozo grande y creciente.
A la pregunta de Jesús a sus discípulos: “¿Ustedes también quieren marcharse?
Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros
hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios”.
Quiero invitarte a hacer tuyas estas
palabras: “Señor Jesús, ¿a quién iré? Sólo tú tienes palabras de vida”. Desde
hace muchos años ha sido mi lema, mi respuesta a todas las circunstancias de mi
vida. Y quiero que lo siga siendo, pero no yo sólo, por eso te comparto esta
experiencia y te hago esta invitación. La fortaleza, la alegría, la paz, el
amor son los frutos de esta fe proclamada y de este amor vivido.
P. Sergio García Guerrero, MSpS.
1 comentario:
Fuerte es escuchar: ¿Ustedes También quieren Marcharse?
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