miércoles, 16 de abril de 2014

Semana Santa 2014

DOMINGO DE RAMOS – 2014

Todos hemos tenido días raros, especialmente raros. ¿Crees que Jesús tuvo también sus días raros? Acostumbrados como estamos a pensar y decir que él sabía todo, nos parecería extraño que él también tuviera días como estos, así de raros. Hoy es uno de ellos.

En una ocasión que quisieron despeñarlo por haber hablado con la verdad, pasó por medio de la multitud y se fue; el otra ocasión, después de saciar una multitud multiplicando el pan y dispuestos a hacerlo rey, se fue él sólo al monte a orar; igual un día de mucho trabajo, se fue después a estar a solas con su Padre y al requerimiento de sus apóstoles que le dicen: “todo mundo te anda buscando”, él dijo: “vamos a otros lugares a evangelizar que para eso he salido”.

Al hacer algunos signos imponía silencio, aunque no le hicieran caso. Hoy por el contrario, cuando entra humilde y glorioso a la ciudad santa de Jerusalén y es aclamado y reclamado porque lo están alabando, respondió: “Si estos se callaran gritarían las piedras del campo”.

Un día raro para un Jesús humilde y sencillo al permitir ser aclamado, glorificado, reconocido y valorado. En un momento, estando en Galilea, decidió afrontar el peligro y subir a Jerusalén; ahora llega a la ciudad que se conmueve fuertemente con su presencia.

En la ciudad en la que vivo se celebran de 400 a 450 misas los domingos y no pasa nada. La ciudad se conmueve con el carnaval, con el clásico de la liga, con la presentación de Shakira o con el maratón del niño. Da pena decirlo pero cómo se ha trivializado la misa. Por ir o por no ir; misas para 3 años, 15 años, 25 años, graduaciones, bodas, acción de gracias, difuntos muchos difuntos, primeras comuniones y hasta misas de sanación. El Papa Francisco, que siempre nos sorprende,  dijo que la misa con él no era parte de un tour pagado por American Express… La misa es algo muy serio, alegre como lo que más, pero muy serio.

Hay un principio pastoral que algún día será realidad: “ni comunidad sin misa, ni misa sin comunidad”. Ese día también será raro. Como la entrada triunfal de Jesús, aclamado y alabado.

Hay un personajillo de este evangelio que me da envidia: el burrito que el Señor necesitó. Es adelanto de nuestra vocación. Ningún alago y homenaje para el burrito, sino para el Señor que lleva a lomo. Qué envidia le tengo. Jesús tuvo necesidad de él para hacer que este día tan raro no lo fuera tanto:¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Y también es raro porque a continuación se escuchará otro grito muy doloroso: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Qué extremos tan grandes y qué posibilidades tan reales. Lo fueron entonces y lo son ahora; lo dijeron otros, lo puedo decir yo mismo. ¡Somos una Iglesia que bendice a Dios y crucifica al hombre! ¡Qué día tan raro!








LUNES SANTO – 2014: La unción en Betania

No hay en el evangelio una familia tan distinta y tan unida. La casa es buena para descansar  y amplia para hacer banquetes. Los padres no aparecen por ningún rincón de este evangelio. Dos hermanas muy distintas y un hermano muy ufano. Sería best seller de algún libreto sobre el “más allá” pues volvió, por la acción de Jesús, “al más acá”. Lázaro disfruta de la vida aunque pesa sobre él una amenaza de muerte. A causa de él muchos se unían a la causa de Jesús. Y dos hermanas, distintas pero complementarias, una plácida y tranquila en la contemplación, arrobo o enamoramiento; la otra activa, inquieta, cuestionadora, práctica y también enamorada.

Se ha predicado de Jesús que es algo así como “los intocables”. El podía tocar enfermos, partir panes, echar las redes para pescar, arreglar trastes de madera. Poco se habla de este evangelio que nos ayudaría a poner los pies en la tierra en cosas del corazón y de la sana relación afectiva.

María, la hermana de Lázaro y Marta, llena de amor y agradecimiento a Jesús, derrocha el perfume para honrarle. Judas, en quien el amor ya no tenía cabida, tiene buen olfato para los negocios, y al oler el perfume adivina su precio. Judas habla de los pobres sin realmente preocuparse por ellos. Preocuparse por los pobres es amar y compartir. A menudo hablamos como Judas de dar a los pobres; pero, antes de dar,  el Señor nos pide amar. Amar al pobre es anunciarle el llamado que Dios le hace y ayudarle a crecer como persona, superando debilidades y divisiones; es enseñarle a cumplir la misión que Dios le confió. El Papa Francisco acaba de decir “No soy un comunista, lo que sucede es que la pobreza se encuentra en el centro del mensaje del evangelio”. El Papa indica que hace dos meses una persona dijo que él era un comunista porque hablaba mucho de los pobres. “¡No, reiteró, ésta es una bandera del evangelio, la pobreza sin ideología!”

La compasión de Jesús con los pobres la encontramos en los otros evangelios, especialmente en Lucas. Los judíos al ver que Jesús es fuente de vida y aviva las multitudes, sólo piensan en darle muerte, y con Él a su amigo Lázaro. Es bonito amar pero es más bonito dejarse amar. Si amar nos realiza, dejarnos amar hacemos posible que el otro se realice. Dios es amor, ciertamente, pero sobre todo Dios es aquel que se deja amar. Así lo hizo Jesús. No faltan mentes chiquitas que se escandalizan ante este evangelio.

María tomó una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso. Ungió los pies de Jesús y se los enjugó con su cabellera. Si imaginamos la escena sin prejuicios puritanos se trata de una expresión de amor a la que Jesús mismo le va a dar una interpretación especial: “me está ungiendo adelantando el día de mi sepultura”. Toda la creación anhela la plena manifestación de los hijos de Dios, dirá san Pablo, y la plena manifestación de toda la creación es “conocerse a sí misma y saber para qué fue hecha que no es otra cosa que para el amor”.

Teilhard de Chardin dice: “Impulsados por el amor, los fragmentos del mundo se buscan mutuamente de manera que el mundo puede llegar a ser. Las grandes verdades se sienten antes de expresarse. No hay nada valioso, salvo la parte de ti que se encuentra en otras personas y la parte de los demás que está en ti”.  Lo mejor de María estaba en Jesús, lo mejor de Jesús está en todos nosotros porque nos dejamos amar por él.

Por lo mismo, eso del “mandamiento nuevo les doy que se amen unos a otros”, es sobre todo la declaración de una ley de la creación, como la ley de la gravedad. Y esta escena de Jesús con su familia de Betania es maravillosa expresión de amor y de creación nueva.
MARTES SANTO – LA TRAICIÓN

Si el evangelio es buena noticia, ¿lo es también eso de “uno de ustedes me va a entregar”? También, no sé  cómo y por qué, pero será buena noticia. Se me ocurre poner el texto de san Pablo: “Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”. ¿También aquí? Yo diría que sobre todo aquí.

Tendría que ir a la escena del Antiguo Testamento cuando José es vendido por sus hermanos y es llevado a Egipto. Si la mirada se queda en ese hecho aislado, no puedo menos que decir que fueron unos hermanos desalmados, aprovechados y criminales; pero cuando abro la perspectiva de la historia y veo que, gracias a José en Egipto, su familia pudo salvarse, crecer y continuar formándose el pueblo de la alianza, cambia la valoración de aquel hecho como lo hizo el mismo José cuando se dio a conocer a sus hermanos.

El evangelio es buena noticia en su conjunto, pero también en cada una de sus partes. En todas ellas se adivina y se hace referencia a Jesús. Aquí, siendo fiel a su misión y asumiendo las consecuencias de su encarnación. Más, no sabemos. Lo mismo habría que decir de las negaciones de Pedro.

El otro día un taxista me dio una lección. Al subir al carro vi la imagen de san Judas Tadeo como suelen tenerlo debajo de retrovisor. Mire, le comenté, a san Judas ¿cuál Judas es? Le pregunté con malicia.  Me respondió: “pues Judas, el que entregó al Señor, hizo algo que no tiene nombre, pero, ¿quién soy yo para juzgarlo?”. Nuestra sociedad moderna tiene cierta predilección por Judas, no para hacer lo que él hizo, sino para aceptar que por encima de su pecado está la gran misericordia de Dios que va más allá de las valoraciones que podamos hacer nosotros, incluyendo al mismo san Juan en su Evangelio. Pero también es verdad que ve con predilección a Judas para ir en contra del mensaje evangélico y del magisterio de la Iglesia.

Pero no quiero desviar la atención de un Jesús dueño y Señor de los acontecimientos. La firmeza y convicción de su vocación lo mantienen firme en seguir el proyecto de Dios. Lo había dicho de alguna manera: “A mí nadie me quita la vida, yo la doy libremente”.

Nuestra mirada va pasando por cada uno de los apóstoles, elegidos por Jesús, para pasar una vez a la persona de Jesús, Señor de la historia y valedor de todos los acontecimientos. “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él”.

Jesús desborda fidelidad, esperanza, cariño: “Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes; me buscarán, pero a dónde yo voy no pueden ir ahora… me seguirán más tarde”. Es que está de por medio la muerte, pero no cualquier muerte, sino la muerte de Cruz.

Buen día para recordar aquellas palabras de Pablo a los Filipenses: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús, el cual siendo de condición divino no retuvo ávidamente su categoría de Dios sino que se anonadó, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre”. El paso a la glorificación va por la cruz que es, ya en sí misma, la primera glorificación de Jesús.

Por eso ni traición, ni negación, ni soledad podrán retenerlo. Está de por medio la glorificación del Padre.
MIERCOLES SANTO – 2014

Recorro cada evangelio de la Semana Santa. Me pregunto cómo puede haber cristianos que no lo hagan. Lejos de mí pensar que por hacerlo soy mejor que ellos, por supuesto que no; pero es que la semana santa está tan mal tratada: viajes, reservas, playas lugares increíbles para vivir la semana santa, etc. etc. sin la más mínima referencia al Evangelio; concluyo que “por eso estamos como estamos”.

El evangelio es perspectiva de vida, no de religión; el evangelio se sitúa en la entraña misma de la creación, no en las paredes de un templo; el evangelio es declaración universal de derechos humanos y no conjunto de mandamientos; el evangelio es Jesús en su Iglesia y la Iglesia en Jesús y no tradiciones ritualistas vacías de Dios.

Ni las semanas santas como las de antes, carentes de evangelio, servían para encontrar sentido de la vida. No se escuchaba la radio, no se abrían los comercios, no se jugaba en las plazas, no se comía carne, todos se vestían de luto… pero qué lejos del evangelio.

Recurro a los versos de un entrañable amigo y auténtico religioso y sacerdote Misionero del Espíritu Santo: Carlos Zesati Estrada. Me han dicho que no todo lo que brilla es oro. Estoy super convencido de eso. Para mí ha brillado con especial luz, como la de las montañas, como la de los miles de libros que consiguió, conservó y ofreció al servicio del Pueblo de Dios. Él tituló este escrito como Salmo Pascual:

Prisma de colores el año litúrgico * iris de fiestas, fiesta de luces.
Verde lejanía de Adviento* blancura navideña de escarcha y pañales.
Negrura de Viernes Santo * y lenguas llameantes de Pentecostés.
La esperanza cuajó en verde * el dolor se embozó en luto.
El amor se hizo llama * la alegría vistió de blanco.
Blanca y roja es la Pascua *  roja de sangre y blanca de claror.
La tumba se bebe la luz del alba * la luz del alba se convierte en Sol.
Cristo emerge del sepulcro * en su carne glorificada lleva prendida la aurora.
Albor matinal su cuerpo * y arrebol sus cinco llagas.
Llora Magdalena sus gotas de acíbar * en la tierra se teje un rosario de concha.
Por el cielo vuelan los ángeles * vuelan y cuentan la buena nueva.
En la espadaña voltean los bronces * y echan al aire, como los ángeles pregoneros, su vocerío.
Mañanita de Pascua * mañanita blanca. Mañanita roja y de resurrección.

Esta explosión de colores me ayuda a vivir el mensaje de Jesús, siempre en el centro. En el evangelio encontramos la firmeza de Jesús para afrontar el conflicto; no el conflicto que viene de fuera, sino el que se gestó en el interior de los que él mismo había llamado. No les reprochó nada, no se hizo para atrás: “El Hijo del Hombre va a morir, como está escrito de él”. Y, con la fuerza del amor, el anhelo de la salvación, la fuerza de su fidelidad al plan de Dios, Jesús sigue siendo fiel a sí mismo. Algunos escritores lo tacharían de fanático, ultraconservador, mártir inútil de un mensaje que va a contrapelo de los criterios de este mundo. No hay que exagerar, seguirían diciendo los pregoneros de una paz superficial, hay que dialogar, es necesario buscar acuerdos.

Jesús seguirá amorosa y misericordiosamente adelante en el cumplimiento del proyecto del Padre.
JUEVES SANTO - 2014

Habría que recurrir al primer día de la creación; sí, a aquel en el que Dios creador dijo: “Haya luz y hubo luz”, para poder adentrarnos un poco en todo lo que sucedió este día. ¡Qué día! Y ¡qué noche! Ha llegado la hora, se adentra Jesús en la recta final, en el por qué de su venida. Se ha encariñado de este mundo que el Padre lo hizo posible en él, por él y para él. Ha llegado el momento de la entrega total, lo nunca imaginado por increíble.

Y todo transcurre en la sencillez más absoluta, fuera de cámaras, discursos exuberantes, grandilocuentes y cargados de promesas escuchadas, las mismas siempre. Aquí no hay promesas, hay realidades, hay propuestas definitivas, inapelables, exuberantes y envueltas en ternura y cariño, entrega apasionada y disponibilidad absoluta. No es la noche de las comprensiones, ni de las lecciones aprendidas, ni mucho menos de destinos fatales; la noche de una nueva creación.

Es la noche de la intimidad y el servicio, de la humildad y la entrega, de la presencia nueva y definitiva que atravesará las paredes de la casa y llegará a los linderos del universo: Eucaristía, el servicio de la caridad o la caridad como servicio y el sacerdocio.

Y recurro al primer día de la creación porque aquí se da una nueva creación. Para nosotros las palabras van a remolque de las cosas, primero son las cosas y luego las decimos. Yo veo un libro y digo que es un libro, al decirlo no lo creo (de crear no de creer); en Dios primero son las palabras y luego son las cosas, precisamente porque él dijo: “Haya luz” y lo que no había, porque él lo dijo, “ya hay”.

Lo mismo sucede en este jueves santo por las palabras de Jesús: “Tomen y coman esto es mi cuerpo” y lo que no era, porque él lo dice, ya lo es y lo seguirá siendo porque también dijo: “Hagan esto siempre en memoria mía”.  Leamos bien: Jesús no sugiere, no aconseja, no opina… Simplemente manda y propone: “Tomen y coman, esto es mi Cuerpo”. ¡Qué de dificultades nos hemos puesto para cumplir y vivir estas palabras creadoras de Jesús.

Pero hay otras: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.

El decir y hacer eficaz de Jesús hace que este día, Jueves Santo, sea un nuevo día de creación.  Si me permites, te comparto mi oración:

“Señor, me siento invadido de tu presencia. Todo lo que me rodea es tu abrazo que me envuelve. Tu creación, Señor, es mi creación. Te ofrezco mi cuerpo que es tu cuerpo y mi sangre que es tu sangre para que, a fuerza de ser tuyo lo más mío, sea mío, Jesús, lo más tuyo. Todo este universo que has creado con sabiduría y amor me grita tu presencia. Todo lo que me rodea te manifiesta y te esconde. Tengo pan, vino, altar: ¡Tú, Señor! Y me paro frente al cielo estrellado para gritarle que todo es mío porque es tuyo; que esa es mi ofrenda. Todo el mundo, Señor, se pone de pie para proclamar tu alabanza y yo, Señor, me sumerjo en mi nada y pobreza, hundo mis raíces de pecador en la tierra firme de tu misericordia para que todo, absolutamente todo, te glorifique. Te ofrezco todo, Señor, yo que soy nada y vacío. Te acepto todo, mi Dios, porque soy nada y vacío. Te amo”. Amén.

VIERNES SANTO - 2014

“Pange Lingua” es un himno eucarístico escrito por santo Tomás de Aquino (1225-1274) para la festividad de Corpus Christi. También se canta el Jueves Santo, durante la procesión desde el altar hasta el monumento donde la reserva queda custodiada hasta el Viernes Santo. Este himno expresa de manera concreta la doctrina de la Transubstanciación, creemos que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. 

El Viernes Santo es el único día de todo el año en que no se celebra la Eucaristía, celebramos la pasión, muerte y sepultura de Jesús. Pero, gracias a este día, podemos tener eucaristía todos los días del año. Propongo, en este espacio, que quiere provocar una experiencia nueva de Jesús, orar y admirar la precisión mística, teológica, litúrgica y poética de Santo Tomás.

Pange, lingua, gloriosi
Córporis mystérium
Sanguinísque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.
Nobis datus, nobis natus
Ex intácta Vírgine,
Et in mundo conversátus,
Sparso verbi sémine,
Sui moras incolátus
Miro clausit órdine.
In supremæ nocte coenæ
Recumbens cum frátribus,
Observata lege plene
Cibis in legálibus,
Cibum turbæ duodenæ
Se dat súis mánibus.
Verbum caro, panem verum
Verbo carnem éfficit,
Fitque Sanguis Christi merum,
Et, si sensus déficit,
Ad firmandum cor sincerum
Sola fides súfficit.

Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum
Sénsuum deféctui.
Genitori Genitóque,
Laus et iubilátio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.
Amen.
Canta, oh lengua,
el misterio del Cuerpo glorioso
y de la Sangre preciosa
que el Rey de las naciones
Fruto de un vientre generoso
derramó en rescate del mundo.
Nos fue dado,
nos nació de una Virgen sin mancha;
y después de pasar su vida en el mundo,
una vez propagada la semilla de su palabra,
Terminó el tiempo de su destierro
Dando una admirable disposición.
En la noche de la Última Cena,
Sentado a la mesa con sus hermanos,
Después de observar plenamente
la ley sobre la comida legal,
se da con sus propias manos
Como alimento para los doce.
El Verbo encarnado, pan verdadero,
lo convierte con su palabra en su carne,
y el vino puro se convierte en la sangre de Cristo.
Y aunque fallan los sentidos,
Solo la fe es suficiente
para fortalecer el corazón en la verdad.

Veneremos, pues,
postrados tan grande Sacramento;
y la antigua imagen ceda el lugar
al nuevo rito;
la fe reemplace
la incapacidad de los sentidos.
Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanza y gloria,
fortaleza, honor,
poder y bendición;
una gloria igual sea dada a
aquel que de uno y de otro procede.
Amén.
SÁBADO SANTO – 2014

Me apresuro a decir que ya no hay “sábado de gloria”. Es sencillamente “sábado santo”. ¿Por qué? La explicación es muy sencilla. Durante mucho tiempo en la normativa de la Iglesia se pedía el ayuno eucarístico. Las celebraciones de la semana santa eran siempre por la mañana para poder guardar el ayuno, signo del desear a Jesús. Así,  la Vigilia Pascual se celebraba el sábado en la mañana y lógicamente se vivía un sábado de gloria.

Cuando la reforma litúrgica cambia la normativa de celebrar según las horas narradas en el evangelio, la vigilia pascual cambia de hora hasta la caída del sol. Entonces el sábado santo es un día de silencio, de ausencia del Esposo, de profundo estupor al contemplar a Jesús muerto en la Cruz y sepultado en el silencio más honroso y profundo.

Se vive en el silencio de la adoración y la esperanza, se recuerdan sus palabras, se congrega la Iglesia en torno a María, Madre de Jesús para vivir con ella el dolor de la ausencia de su Hijo. ¡Grande y santo sábado éste que nos permite agolpar en el corazón todos los sentimientos de gratitud, todos los anhelos de volver a verlo, de escuchar de nuevo sus palabras de vida eterna. Su presencia empieza a multiplicarse. Es glorificado a la derecha del Padre, baja a las profundidades de la historia y de la existencia de cada ser creado, empieza a preparar nuestros lugares porque donde está él quiere que estemos nosotros. Entra de nuevo en el instante eterno de su origen: “Salí del Padre y vine al mundo, ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”. Ya el cielo está completo definitivamente. Ya se comprende que es realidad aquello de que “por él y para él fueron hechas todas las cosas y todo tiene su consistencia en él”.

Con la muerte de Jesús se termina su historia en el tiempo y el espacio para dar lugar a ser el Centro de toda la creación. Allá él, en el cielo, nosotros llenamos nuestros corazones de esperanza, sabemos que siempre cumple lo que promete, creemos que “era necesario que el Hijo del hombre padeciera y fuera entregado a la muerte para así entrar en su gloria”. Todo eso lo percibimos, lo aceptamos porque él lo dijo, aunque a medida que más nos adentramos en su palabra menos entendemos: no nos cabe en el pequeño hueco de nuestro cerebro el inmenso mar de vida que se ganó a pulso de pasión, muerte y resurrección.

Sábado muy santo si lo llenamos de esperanza, si recurrimos a su palabra, si evocamos momentos de encuentro con él y somos capaces de trasmitir lo que hemos visto y oído. Sábado muy santo, todavía de gloria no, si nos preparamos para la explosión gozosa de los aleluyas, glorias y vivas del Domingo de Pascua de Resurrección.

María Santísima aguarda, silenciosamente se adentra en sus palabras: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque ha mirado la humildad de su esclava”. Y sigue guardando y meditando las palabras de su Hijo. Vuelve a engendrarlo en una fe crecida en su ausencia, vuelve a retomar el “si” que desató tanto bien a la humanidad.

“Murió Jesús y fe el descanso. Y con el descanso la ausencia y con la ausencia, el silencio y la pena. Pero también la esperanza y la espera. Duerme, Jesús, tu sueño merecido, nosotros vigilamos a la espera; ya todo está cumplido y redimido y será para siempre primavera” (Cáritas, 2014).

Desde allá Jesús nos contempla, fue a ensanchar más y más el corazón. Lo deja traspasado para que podamos pasar por él y para que siga saliendo amor y más amor: ¡Hoy, Sábado Santo!
VIGILIA PASCUAL – 2014

¡Qué buen camino ésta cuaresma y ésta Semana Santa! ¡Hemos llegado, por fin! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! ¡Ha resucitado, está vivo y es el Señor! ¡Cristo ha resucitado! Hoy, todo tiene sentido. ¡Cristo vive y en su resurrección, todos hemos  pasado de la muerte a la vida! ¡Alegría hermanos: hoy gritamos llenos  de gozo que Cristo vive, que ahora todo es posible. Es posible luchar por la unidad de la familia, por la justicia y la solidaridad, por la paz y la verdad. Por su Cruz hemos sido atraídos y por su resurrección hemos pasado de la muerte a la vida. Gritamos: ¡Jesús, Salvador de los hombres, sálvalos!

Hoy es la noche santa de la resurrección, es la noche más clara que el día, la noche más fuerte que la muerte, la noche más llena de amor y de vida. Es la noche en que todos, habiendo muerto con Cristo, resucitamos con Cristo. Hoy es la noche de la liberación, es el paso del Señor. Es la noche que nos sumerge en las aguas del bautismo para liberarnos del pecado, del egoísmo, de la indiferencia, de la rutina, del abandono y del cansancio. Es la noche en la que vuelven todos los que se han ido a la Iglesia para gritar juntos: ¡Jesús es el viviente que hace vivir!

Hoy es la noche que hizo posible aquel clamor de intercesión que nos dio vida en la Iglesia, aquel grito apasionado que tocó las fibras más delicadas del corazón de Jesús, del corazón abierto con ansias de salvación; es la noche el grito que derramó sangre de intercesión en una mujer apasionada por la salvación de los hombres.

Nos alegramos porque “él lo ha hecho todo”. Cantamos himnos de alabanza porque “él y sólo él” nos marca el rumbo de la fidelidad. Por la resurrección de Jesucristo “vivimos en el amor y del amor”. Porque la mirada de Jesús resucitado es de amor infinito. Es la noche en la que la mirada de Jesús resucitado es de amor infinito; si, es la noche de su mirada incomparable, vive por siempre, para interceder por nosotros y pedir más favores, más gracias, más amor, más unión, más paz.

Es la noche en la que las familias abren su corazón a la vida nueva y plena; abren su vida al evangelio; abren las puertas de su corazón a un compromiso nuevo surgido y renovado, en la apasionada entrega de Jesús resucitado. Bendita esta noche santa, en que nos sentimos amasados de Jesús, transformados en él, acariciados por las manos de María, que nos va configurando con su Hijo, que nos va participando de sus sentimientos, que nos va abriendo caminos y espacios de vida nueva, para ser familias nuevas.

Bendita noche de la Pascua, en la que ya no hay lugar para el recelo y el desaliento, para la duda y el rencor, para la indiferencia y el miedo. Bendita noche que toma lo mejor de nuestra historia y le da proyección de eternidad; bendita noche en la que todas nuestras “razones” para no estar aquí, caen por tierra y quedan solas en el sepulcro vacío de Jesús. Esta es la vida que el Señor Jesús Resucitado nos invita a asumir. Por esta noche santa de la Resurrección, es posible la vida nueva de la vocación.

Bendita noche en la que los hermanos seremos más hermanos, las familias más integradas, las comunidades más unidas, los proyectos mejor realizados por todos, el servicio será nuestra consigna y la paz nuestro mensaje. Esta es la noche en la que todos somos enviados a evangelizar, es la noche más clara que el día, es la noche de la resurrección de Jesús y nuestro propia resurrección. Aleluya, amén, aleluya.
DOMINGO DE PASCUA – 2014

Quiero aventurar una opinión. Creo firmemente en la resurrección de Jesús. Creo que la resurrección de Jesús es el fundamento de nuestra fe. Creo que la resurrección es el número uno, el punto de partida de nuestra creación, redención, salvación.

Pero creo que Jesús no resucitó hoy. Afirmo que su resurrección no es histórica. Si lo fuera, Jesús  nos quedaría muy lejos para poder ser sus testigos. Jesús resucitó más allá de la historia, es lo que llaman algunos una “realidad meta histórica”. Sí creo que este domingo es el día en que Cristo se manifestó resucitado. Nadie vio a Cristo resucitar, muchos lo vieron resucitado. Nosotros podemos experimentarlo así y, por lo mismo, ser sus testigos.

Cuando Jesús dice: “Al tercer día resucitaré”, significa que habrá que pasar por la muerte, que la expresión “tercer día” es seguridad y constatación física de haber muerto. No hay duda alguna, en realidad murió. Y al morir, resucita. La muerte acaba con el tiempo y el espacio, la muerte es el punto final de la historia de cada uno, no el punto final de su realidad definitiva, pero para que ésta se dé, hay que morir: sólo resucita lo que muere. Si un alma no muere no resucita, es la escueta verdad. ¿y la resurrección del último día? Es fácil decirlo: cada uno tiene su último día; pero toda la creación terminará de resucitar el último día cuando resucite el último hombre, del último día de la historia.

Sea como sea vivimos gracias a la resurrección de Jesús. Una vez más quiero poner aquí un soneto famoso de José Luis Martín Descalzo:

Y entonces vio la luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.

Morir solo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.

Acabar de llorar y hacer preguntas
ver al Amor sin enigmas ni espejos
descansar de vivir en la ternura
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la noche, luz tras tanta noche oscura.

¿Quién dice esto? Jesús hoy nos lo dice: hay que morir, pero morir se acaba, morir es la condición para resucitar y resucitar es la primera realidad que hace posible todas las demás. Pero es de tal categoría la resurrección de Jesús que ya hemos resucitado con él. La presencia de Cristo en esta materia mía consagra y prolonga todo el universo. Dios crea, recrea y prolonga hasta la eternidad todo el universo porque ha resucitado. Besar tu carne viva y resucitada es prolongar y consagrar toda la vida. La resurrección de cada día toma todo el cosmos para divinizarlo; o sea, es materia creada por Dios que se da en la plenitud de la resurrección.
   TERMINO

Ahora que estamos solos, Cristo,
te diré la verdad: Señor, no creo.
l Como puedo creerme lo que veo
si la fe es creer lo que no he visto?

Si oigo tu voz en mi ¿cómo resisto?
¿Cómo puedo buscar, si te poseo,
si te mastico, si te saboreo?
Esta es mi fe: Comulgo, luego existo.

No tendré que saltar sobre el vacío
para llegar al borde de tus manos
o poner en tu pecho mi cabeza.
Mas dentro estás de mí que lo más mío.
Conozco más tu voz que a mis hermanos.
Que es más cierta tu fe que la certeza.

José Luis Martín Descalzo

P. Sergio García Guerrero, MSpS



miércoles, 9 de abril de 2014

5 domingo de cuaresma – 2014

5 domingo de cuaresma – 2014

Estamos ante uno de los evangelios más polémicos por su composición literaria, por el desarrollo del relato, por sus consecuencias, por el mensaje fuerte y definitivo de Jesús: el triunfo de la vida sobre la muerte, aunque todos vayamos a morir.

“Ante el retraso de la parusía y la segunda venida de Jesús, la pregunta que muchos creyentes se hacían era ésta: ¿Qué sucederá a los que mueren antes de tales acontecimientos? Juan responde que para el que es amigo de Jesús, la muerte no presenta problema alguno. La historia de Lázaro es prueba de ello. La enfermedad de Lázaro, como la ceguera del ciego, mira al futuro; es para revelar la gloria de Dios.

Jesús retrasa su ida dos días para demostrar que es fuente de vida; los judíos pensaban que al cuarto día de la muerte de una persona no había esperanza de resurrección. Para el cristiano, la muerte física es como un sueño del cual Jesús lo va a despertar un día. Tomás anima a los demás discípulos para que estén dispuestos a morir y a resucitar con Jesús.

Marta y María, al encontrarse con el Maestro, dicen: “Si hubieras estado aquí”. Jesús se pone al nivel de cada hermana y las acompaña en sus sentimientos. Marta hace una profesión de fe en Jesús que en los sinópticos está reservada a Pedro. Jesús llora y se estremece, sintiendo una agonía ante la muerte del amigo y el dolor de los suyos. Marta expresa sus dudas hasta el último momento, pero Jesús le anuncia que la fe tiene como premio el ver la gloria de Dios, el experimentar personalmente cómo Dios ayuda y salva.

Jesús ora públicamente para dar ejemplo a sus seguidores,  Lázaro resucita, los judíos responden con planes de muerte para el que da vida. Caifás, el sumo sacerdote de aquel año tan importante, profetiza que la muerte de Jesús será la salvación del pueblo judío y de todos los hijos de Dios”.

Así comenta Alonso Shökel este pasaje del evangelio. Como pueden suponer, mis queridos lectores, hay momentos en que se secan las ideas, el corazón se pone apachurrado, las letras se despistan y habrá que recurrir humildemente a los buenos comentaristas. Desde luego hay que hacerlo siempre pero, creo que más ahora en el que está a la vista, la revelación cumbre de la misión de Jesús: la vida nueva y plena en y por la resurrección.

Leer y releer, admirar y orar, dejar que las palabras salten a los ojos y vayan al corazón. Emprender el camino entrecruzado de la contemplación y la solidaridad: poner gozo donde hay tristeza, aliento donde parece todo perdido, disponer los ánimos y los propósitos para entrar de lleno en la semana santa. El rojo de la pasión se presiente, el negro de la cruz se teme, el blanco de la resurrección se adelanta.

San Pablo nos anima: “Si el Espíritu del Padre que resucitó a Jesús habita en ustedes, entonces también dará vida a sus cuerpos mortales”. De hecho Lázaro fue resucitado en un sentido real y simbólico; al resucitarlo Jesús no lo glorifica sino que le “regresa” a la condición mortal de antes. En Jesús será distinto: su resurrección es su plena glorificación, su resurrección hará posible todas las pequeñas y grandes resurrecciones de nuestra vida. Y, desde luego, la definitiva; o sea, que como Jesús, moriremos pero sólo para resucitar. No olvidemos que sólo resucita lo que muere pero en una plenitud tal que no podemos imaginar. Ni falta que hace. Lo creemos de y en Jesús.


P. Sergio García Guerrero, MSpS.

Llukallpa

martes, 1 de abril de 2014

4 domingo de cuaresma – 2014

4 domingo de cuaresma – 2014

“Jesús vio pasar a un ciego de nacimiento”. Hoy se da un encuentro muy especial: Uno que ve demasiado con otro que no ve nada porque es ciego de nacimiento. Llegamos a este domingo cuarto de cuaresma siguiendo a Jesús de las tentaciones del desierto al monte de la transfiguración, de éste al pozo de Jacob con la Samaritana  y ahora a las inmediaciones del Templo con un hombre que no puede ver.

Hay hombres que no pueden ver, hay otros que no quieren ver, hay muchísimos que creen ver, hay todavía muchos que no dejan ver. ¿A qué grupo pertenecemos? Acostumbramos a buscar responsables: ¿Quién pecó éste o sus padres para que haya nacido así? Es la pregunta lógica de quienes creen que la enfermedad es consecuencia del pecado.

Pablo escribe a los efesios: “En otro tiempo ustedes eran tinieblas, pero ahora, unidos al Señor, son luz. Vivan, por tanto, como hijos de la luz”. El salmo 27 canta: “El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién temeré...? Mis enemigos y adversarios tropiezan y caen... Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá” (Sal 27,1s.10).

Juan nos da una catequesis bautismal comunitaria. El milagro es una iluminación y una nueva creación; comienza con el barro y el lavatorio ordenado por Jesús. La ceguera no era un castigo por pecado alguno; va a servir de ocasión para revelar la obra y la gloria de Dios. Jesús respalda sus palabras con sus acciones: es luz y vida que ilumina y resucita.

El ciego se lava según el mandato de Jesús y queda transformado, los vecinos que lo conocían bien tienen dificultad en reconocerlo. Cuando el ciego habla, lo hace como Jesús, diciendo “soy yo”. Al lavarse, había quedado transformado en Jesús, y ya no vive o habla él, sino que Jesús vive y habla por él.

Va descubriendo quién es Jesús a lo largo del diálogo: “Ese hombre que se llama Jesús” viene de parte de Dios, aunque los fariseos lo nieguen. El ciego lo confiesa como profeta; luego, al reconocerlo como Mesías, es expulsado de la sinagoga. El ciego se aferra a su experiencia: “antes era ciego y ahora veo”.

¿Cuándo y cómo empezamos a ver nosotros? ¿Cómo se dio ese encuentro luminoso con Jesús? ¿Qué nos queda de él? ¿Qué éramos antes y qué somos ahora? Recuerden: Cuando Dios se hace presente se suscitan preguntas, no respuestas. Es la dinámica de la fe y el amor, de la conversión y de la vida nueva.

Habrá que favorecer un encuentro urgente y permanente con Jesús. Juan pone en movimiento en torno al ciego de nacimiento a los apóstoles, a fariseos, a vecinos y a los papás del ciego en un interesante ir y venir para terminar con toda ceguera: “Yo Soy el que estás viendo”. Juan nos presenta a Jesús como luz del mundo en evangelio perfectamente estructurado en siete pequeñas escenas y grupos para terminar con el encuentro definitivo de la fe.

Jesús está atento a nuestro caminar. Si vamos ciegos, nos da la luz; si nos ve débiles, nos abre las puertas de su Espíritu; si vamos sedientos, se nos presenta como el agua que se convierte para nosotros en un manantial de agua viva; si caemos, nos levanta; si morimos, nos resucita. “Ver para creer”, decimos con frecuencia y está bien; ahora añadimos “creer para ver” de verdad.

P. Sergio García Guerrero, MSpS.